sábado, 27 de julio de 2013

Astrolabio / La literatura en la red


Simone y la sensación de la novela leída en otras
el-nacional.com

Michelle Roche Rodríguez / La serie de lugares comunes que construye la estructura lineal de Simone, la novela del escritor puertorriqueño Eduardo Lalo que ganó la más reciente edición del Premio Rómulo Gallegos, me sorprendió por revelar una buena escritura, incluso una muy buena escritura, al servicio de asuntos trillados.

Quizá el problema soy yo, esperando como espero todo el tiempo que ciertas obras me remuevan las entrañas, me dejen pensando, me revelen algo que desconocía, pero en Simone veo otra historia de personajes desdibujados que deambulan por las calles de una ciudad preguntándose quiénes son. Que en este caso la urbe sea San Juan de Puerto Rico, sólo subraya el tema de la identidad difusa que ya no sólo se refiere a quienes habitan en los márgenes de una sociedad –las minorías raciales, sexodiversas y, cómo no, los escritores– sino a una nación –“¿patria?”, se pregunta Lalo en el libro– que sobrevive como neocolonia de Estados Unidos.

El vínculo documental de la escritura
eldiariomontanes.es


Guillermo Balbona / «Cada día crece, ante el lamentable espectáculo de los poetas españoles, mi espiritual adhesión hacia V. y hacia su significación en la vanguardia de la poesía actual». Era el 13 de abril de 1920. El poeta santanderino Gerardo Diego envió su primera carta a Vicente Huidobro desde Santander (original propiedad de José María Lafuente). Una relación epistolar que refleja un universo esencial de creación para la poesía del siglo XX, y cuya bibliografía y documentación se aúna ahora en torno a las figuras de ambos poetas y a los conceptos, frutos y mundos que conforman 'Creacionismo y vanguardia'.

Este epígrafe preside la muestra que hoy se inaugura en el Palacete del Embarcadero, una pequeña, selecta y significativa exhibición de joyas bibliográficas y documentales que testimonian y certifican una vez más la riqueza de los fondos de la colección del editor, coleccionista y empresario santanderino José María Lafuente.

¿Quién es Mo Yan? China lucha por difundir su cultura
eluniversal.com.mx


Cuando Mo Yan se convirtió en Premio Nobel de Literatura este año, en muchas partes del mundo se repitió la misma pregunta: ¿y quién es? El autor chino era muy conocido, pero de puertas para dentro.

Esta es una de las situaciones contra las que China quiere luchar: el desconocimiento de su país en el exterior en todos los ámbitos... Menos el económico.

Y es que Pekín es más que consciente de que fue su crecimiento a doble dígito el que le hizo un hueco en los principales telediarios internacionales pero también de que eso, aunque consiguió auparle como segunda potencia mundial, no lo es todo.

Lo puso en evidencia un reciente encuentro en Pekín, impulsado por una de las más internacionales editoriales chinas, China Intercontinental Press, y al que estaban invitados diplomáticos latinoamericanos.


Literatura y mujer, esa palabra de lujo
sitioandino.com


¿Habrá una poesía femenina distinta, en su naturaleza, de la poesía masculina? Y en el caso de que esa poesía especial exista, ¿habría que buscar en ella características como una sinceridad llevada al extremo del exhibicionismo, una sexualidad que no es sino el deseo de hacerse amar por los lectores? ¿Podría decirse que el hombre es más intelectual o que, por lo menos, profundiza más? ¿Será necesario vincular el sentido de la experiencia interior a un carácter esencialmente femenino? ¿Podría decirse que el apego a lo real es una de las características del hombre, en oposición a la mujer?


Victoria R. Gil / Dos cuentos publicados en fiestas tan poco sospechosas de locura y perversión como las navidades son los que ha reunido la editorial Periférica bajo un título que resulta tan engañoso como las historias que Robert Louis Stevenson nos ofrece en Markheim y Olalla. Sin compartir, en apariencia, argumento —¿puede tener algo que ver el violento crimen de un anticuario con el trivial proceso de recuperación de un oficial herido?— ambas surgen de un mismo conflicto interior: la lucha contra la propia naturaleza. 


La escritora e ilustradora Isol, última ganadora del destacado Premio Astrid Lindgren de Suecia, dice que "hay que respetar" la literatura para niños porque "forma vidas en libertad", antes de presentar sus producciones en la Feria Infantil y Juvenil, que hasta el 28 de julio próximo se realiza en el porteño Centro de Exposiciones.

"Los adultos tenemos que pararnos en un lugar de respeto sobre lo que se les brinda a los chicos para leer. No es lo mismo presentarles un libro de buena calidad que uno que te imponen desde la publicidad. Está bueno que tengan de todo, pero no sólo lo comercial, sino libros que les abran la mente con los texto y el arte", comenta a Télam Isol. 

"Con los libros se forma personas. Lo más importante es dar herramientas para que los chicos tengan más posibilidades de enriquecer su vida con libertad. Es muy interesante tener las opciones y hay cosas que sólo las tienen los libros", señala la creativa que también es cantante.


Lilliana Vélez de Restrepo / Si algo le gusta a Santiago Gamboa Samper, tanto o más que escribir, es viajar. Lo ha hecho desde que tenía 30 días de nacido, cuando lo trajeron de Bogotá a vivir a la capital antioqueña, muy a pesar de su abuela bogotana y tradicionalista que decía: "los niños se van a volver paisas", refiriéndose a Santiago y a su hermano.

Después de cinco años en Medellín regresaron a Bogotá y ambos niños se educaron en italiano, en el colegio Leonardo da Vinci, "no porque sea de familia italiana, sino porque a mis padres les gustaba mucho el arte y la cultura italiana". 

De 198 países del mundo, este escritor, filólogo, embajador, columnista, corresponsal y periodista colombiano ha recorrido ya una tercera parte. Esto explica la cantidad de diarios de viajes que ha escrito, los mismos que lo han convertido en un experto en literatura de viajes y que acaban de darle pie para que de uno de ellos, el de su viaje por el Medio Oriente entre 2004 y 2005, naciera su nueva obra Océanos de Arena.


El escritor peruano Fernando Iwasaki considera que la crisis económica ha provocado que bajen las ventas de libros, lo que no implica que se lea menos, y tampoco que se escriba menos ya que, para ambas cosas, "no hace falta vivir en una época de prosperidad".

El también historiador hizo hoy esas declaraciones en una entrevista con Efe con motivo de su participación esta semana en La Mar de Letras, la sección literaria del festival La Mar de Músicas de Cartagena (sureste de España), que este año celebra su décimo novena edición y tiene a Perú como país invitado.

"Quien quiere escribir lo seguirá haciendo, aunque sea a mano, que tampoco está mal, y los lectores tampoco leen menos por la crisis, porque han buscado las bibliotecas y los intercambios de libros", indicó, y consideró que la crisis "es más dura en términos de proyectos de vida" que en el plano literario y cultural.

Rocío Martínez / Javier Traité se ha propuesto demostrar que si nos armamos de mucha imaginación y saltamos alegremente de siglo en siglo y de país en país, las letras no tienen por qué ser tan aburridas (para aquellos a los que se les atragante) como prometen algunas feas cubiertas de manuales teóricos. Historia torcida de la literatura es una de las dos obras de este joven autor barcelonés, historiador de formación y librero de profesión: junto con Historia torcida de España, también editada por Principal de los Libros, ofrece al lector un dúo analítico historia/literatura. Empezó a reflejar su pasión por los libros en su blog Literatura torcida; este volumen se subtitula Los grandes clásicos como nunca te los han contado, y parece muy acertado. Todos los que nos consideramos bibliófilos a mayor o menor nivel hemos deseado alguna vez que alguien, en un tono accesible, nos desentrañe los secretos y curiosidades de la literatura, dejando para los eruditos la pedantería. Contar con una edición que haga un rapidísimo repaso por puñados de siglos y numerosos países y culturas sin caer en sesudos análisis –a menudo, más intrascendentes que otra cosa- es algo que, como poco, ha de agradecerse.


Miguel Ángel Fornerín / La novela como género está ahí, intacta y revolucionaria. Y aunque se note poco, existen escritores jóvenes que escriben y publican desde ciertos márgenes, muy fuera de las grandes editoriales, del mercado y con el apoyo académico.

Al llegar a este punto de nuestro recorrido por los senderos de la novela y su lectura, sería conveniente hacer una síntesis de las ideas o de las intenciones que hemos tenido durante su decurso. En la primera parte, hemos intentado explicitar la novela como género dúctil, como forma cambiante, es decir, deslindar los juicios o las distintas maneras en que la novela se nos presenta como género, como construcción lingüística.

Roberto Arlt, el canon callejero
revistaenie.clarin.com

Mauro Libertella / 1927 fue un año clave para Roberto Arlt. Su primera novela, El juguete rabioso , se acababa de publicar y era un pequeño artefacto explosivo arrojado al torrente sanguíneo de una literatura argentino todavía, en cierto modo, nonata. El autor aún no había cumplido los 27 años (Arlt tenía la edad del siglo XX), pero en aquella época la adultez era un fenómeno mucho más temprano; hoy lo veríamos con un joven escritor argentino, pero para el contexto de aquellos años era un señor ya bien entrado en la vida. Así, en febrero de ese año fue a pedir trabajo en el diario Crítica, esa increíble experiencia periodística, comandada por Natalio Botana, que le dio un golpe de modernidad a la prensa gráfica nacional. Así describe esa redacción Alvaro Abós: “Botana, un gran conversador, dedicaba mucho tiempo a las entrevistas con los periodistas nuevos. Ordenaba a su ayudante que nadie lo interrumpiera. 


1. The Gashlycrumb Tinies

Escrita por Edward Gorey en 1963, es una obra marcadas por un sentido de lo macabro que traspasa todas las fronteras de lo políticamente correcto. Se trata de un peculiar alfabeto en el que cada una de las 26 letras equivale a la historia de otros tantos niños, todos los cuales sufren unas muertes atroces y salvajes. Su autor definió el libro como un intento de ilustrar los más arraigados miedos infantiles y de destruir de una vez por todas esa imagen de la infancia considerada como un oasis de felicidad y dicha sin límites.


Aldo Menéndez / El cementerio de las botellas, de José Lorenzo Fuentes (Santa Clara, Cuba, 1928), publicado recientemente por Azud Ediciones de Buenos Aires, Argentina, está inspirado en un amigo entrañable del escritor, el gran pintor cubano José María Mijares, cuyas peñas en su casa, en bares y cafetines habaneros todavía se recuerdan. Un tertuliano como ningún otro, que además de poseer una memoria de elefante, gozaba en vida de una inagotable fantasía con la que manipulaba lo que contaba, cargándolas siempre de pícara maledicencia. Las cuidadas descripciones de Fuentes, a través de los siete relatos del libro, suelen transformarse en misteriosas y sorprendentes leyendas, donde si aquilatamos justamente el influjo de lo onírico y lo absurdo, de las obsesiones y alucinaciones en convergencia con lo verídico, nos encontramos frente a un tipo de realismo mágico.


Carlos Rubio-Rosell / Existe un elemento fundamental de la novela policiaca que ha permitido no sólo su permanencia entre el gusto de los lectores a través de las décadas, sino que ha provocado un auténtico boom producto de su incuestionable vigencia: su capacidad de contar historias y describir sociedades.

“El género policiaco ofrece novelas que tienen una manera de conectarse con el público porque siempre está contando una historia en la que ocurren acontecimientos; no es una novela de mirarse el ombligo”, asegura el escritor cubano Leonardo Padura, uno de los referentes internacionales del momento. 

“Y, a la vez, es una novela con una gran capacidad de presentar los lados oscuros de la sociedad, y a través de ellos hacer retratos de realidades tan complicadas, tan jodidas y enrevesadas como las que estamos viviendo”.

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